Desde hace tiempo he deseado escribir y explicarte lo importante que eres para mí. No te miento si te digo que de un tiempo a esta parte he reflexionado mucho hasta lograr entender por qué en algún momento de mi vida decidiste desaparecer. 

Comprendo que estuvieses cansada de mis miedos a equivocarme, de mi inseguridad y de mi autoexigencia, capaz de hundirme cuando las cosas no salían perfectas. Perdóname por llegar a pensar que no era merecedor de amor y sentirme culpable por ello.

Por descuidarte e ignorar lo decisiva que eres para mi desarrollo y equilibrio emocional.
Lamento también no haber sabido poner límites a todas esas personas que no me ayudaban a crecer, por permitir las críticas dolientes y los reproches sin medida.
Por no saber decir NO.
Hoy echo la vista atrás y veo una vida de escasez emocional, una vida insatisfactoria, donde siempre falta algo, siempre necesitando que alguien llene el vacío de mi vida.

¡Ay!, mi querida autoestima. Ha sido un proceso difícil y complicado, pero desde aquel día que decidí recuperarte poco a poco, empecé a reconocer qué cosas buenas tengo y qué cualidades que me hacen único. 

Hoy, soy mucho más consciente cuando me hablo bien, cuando doy voz a mi niño interior para que diga lo que le venga en gana. 

De un tiempo a esta parte me cuido mucho más y me mimo como obligación, me dedico tiempo, cuido de mi salud y ahorro energía.

Ahora celebro cada pequeño paso que doy en el camino hacia la consecución de mis objetivos, pero sin apegarme a ellos. Ahora ya me atrevo a decir lo que pienso.

Me siento más seguro de mí mismo.

Mi querida autoestima, estaré atento para que no te vuelvas a alejar de mí, porque ya tengo las herramientas adecuadas para conservarte.

Y tú, ¿Cómo cuidas tu autoestima? Estaré por aquí, encantado de leerte.
Muchas gracias.